La otra migración venezolana

REVISTA SEMANA/ Colombia
Desde 2000 y hasta septiembre del año pasado la inversión extranjera directa de Venezuela en Colombia sumaba 1.000 millones de dólares, generaba empleos y nuevas unidades productivas. Quiénes están detrás del fenómeno

 

Antes de comenzar el masivo desplazamiento de venezolanos que registran las fronteras colombianas empezó discretamente la llegada de capitales del vecino país al aparato productivo nacional. Hoy esos capitales están en casi todos los sectores y aunque algunos son más visibles, en general se han integrado a la generación de empleo y riqueza del país.

Es la otra cara de la migración venezolana, que ha sido bienvenida e impulsa la economía colombiana. Datos de la balanza de pagos del Banco de la República señalan que la inversión venezolana acumulada entre comienzos de 2000 y hasta el cierre del tercer trimestre del año pasado alcanzaba 989,3 millones de dólares.

Las Cámaras de Comercio no tienen el dato de cuántas empresas en Colombia han sido creadas por inversionistas venezolanos o son de su propiedad. Sin embargo, estiman que varios cientos de ellas hoy hacen parte del aparato productivo, y son principalmente pequeñas y medianas creadas en la última década. Tampoco sus inversiones aparecen contabilizadas como inversión extranjera porque se trata de emprendimientos pequeños, muchas veces con socios locales.

De las grandes inversiones sí hay noticias. Desde 2010 se registran inversiones de 31 compañías venezolanas en sectores como alimentos, químicos, agroindustria, turismo, materiales de construcción, industrias creativas, textiles y confecciones, cosméticos y artículos de aseo, infraestructura y retail, principalmente, de acuerdo con FDI Markets.

En este grupo de empresas venezolanas que han ingresado o aumentado sus inversiones se destacan Polar, Revinca C. A., Lamilara, Prosein, Alberto Ravell, Licorería La Florida, Cuore D’Italia, Nynas, Kepén Tea & Salads. La confianza en la economía y la certidumbre del modelo económico son algunas de las principales razones que las llevan a buscar oportunidades en Colombia.

La inversión venezolana acumulada entre comienzos de 2000 y hasta el cierre del tercer trimestre del año pasado alcanzaba 989,3 millones de dólares.

LA EXPANSIÓN
Alimentos Polar, una de las pioneras en el mercado colombiano, cumple 21 años y opera en 10 categorías, de las cuales las más fuertes son las de harina precocida de maíz y de alimentos para mascotas. La compañía distribuye en unos 500 municipios y ha acelerado su crecimiento en los últimos 6 años, con tasas anuales cercanas al 20 por ciento, dice José Antonio Pulido, presidente de Alimentos Polar para Colombia. En 2011 la empresa hizo ventas por 180.000 millones de pesos y el año pasado cerca de 500.000 millones de pesos, mientras pasaba de 600 a 950 empleos directos y más de 1.500 indirectos en 2017. “Tenemos una visión de largo plazo, por eso llevamos 21 años reinvirtiendo las utilidades en el país”, asegura. Este año presupuestan invertir unos 12.000 millones en automatizar y modernizar la planta, así como en innovar y en lanzar 3 nuevas categorías de productos.

Aunque acaba de pasar un año muy duro y el consumidor colombiano es muy exigente, el país ofrece grandes oportunidades por el tamaño del mercado, de 50 millones de habitantes, dice Pulido. En Venezuela, Polar es el mayor conglomerado industrial, con 77 años en el mercado, tiene 28 plantas y genera más de 130.000 empleos.

Farmatodo es otra de las emblemáticas. Lleva 10 años en el mercado local, durante los cuales ha invertido más de 50 millones de dólares luego de comprar la cadena local Farmacity en 2008. El formato resultó innovador para el mercado colombiano, pues combina medicamentos con categorías como cuidado personal, belleza, bebés e incluso alimentos.

En Colombia tienen 52 puntos de venta, operan en Bogotá, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta y Valledupar, y generan cerca de 800 empleos directos. Su plan de expansión incluye abrir 10 puntos anuales; para 2018 harán una inversión de 3 millones de dólares. Juan Carlos Saldarriaga, su presidente, señala que al cierre del año pasado vendieron unos 400.000 millones y la meta es continuar con su plan de expansión y apertura en otras ciudades colombianas.

Juan Carlos Villafuerte, empresario venezolano y actual gerente de Congrupo.

En Venezuela nació hace 100 años con el formato de botica, aunque a partir de 1988 se transformó en una cadena de farmacias y autoservicio que genera más de 4.000 empleos en cerca de 200 puntos de venta en el país. Aunque en 2017 la baja del consumo afectó por igual a las cadenas de comercio, droguerías y autoservicios, Saldarriaga está satisfecho con los resultados alcanzados en un año en el que, asegura, “logramos navegar bien en la tormenta”.

El empresario venezolano Juan Carlos García presenta otro caso de éxito. Llegó hace 15 años al país como empleado de una multinacional, pero cinco años después la empresa decidió cerrar sus operaciones y les planteó a él y a su socio colombiano encargarse de la distribución de fibras textiles, nailon y lycra para Colombia, Ecuador y Perú.

Su experiencia y el arraigo que ya tenía lo motivaron a crear con su socio una planta de manufactura en Funza, MAG Textiles, donde emplean 15 personas directamente y al menos otras 20 indirectas. Desde esta planta transforman la fibra importada de países como México y Estados Unidos para distribuirla entre algunas de las principales compañías de textiles y confecciones del país, entre ellas Fabricato, Coltejer, Vestimundo, Leonisa y Crystal. La empresa ya vende 60.000 millones de pesos al año y tiene planes para seguir creciendo en el país. Y aunque solo lleva 3 años en el mercado colombiano, Engels Pérez, un comunicador tachirense que creó hace dos décadas en su país natal la agencia digital Equilibrio, califica de muy exitosa su incursión. La empresa cuenta con 30 empleados en Venezuela, 5 en Colombia y otros 5 en Panamá, donde también tiene operaciones desde hace 5 años.

Pérez destaca las enormes oportunidades que ofrece el mercado colombiano, donde trabaja en temas como estrategia en comunicación, desarrollo de aplicaciones móviles, y contenidos en redes sociales, entre otros. Tiene entre sus clientes empresas como Sodexo Colombia y Sodexo Latinoamérica, Resolve Studio del Grupo Ardila Lülle, Sanitisu e incluso a Ismael Cala, el expresentador de CNN en Español.

Pero no todos los emprendimientos venezolanos han tenido éxito en Colombia. En servicios petroleros, las compañías tuvieron que achicarse o buscar otros mercados debido a la caída en los precios del crudo y la desaceleración de la economía registrada desde 2014. Sin embargo, muchas de ellas se están reorganizando este año, ante la expectativa de mejoras en el sector.

Más allá de los vaivenes que han tenido que enfrentar, las inversiones venezolanas han logrado capitalizar las oportunidades en Colombia, y muchas ya operan como empresas locales porque han logrado conquistar al consumidor colombiano. Una buena razón para aplaudir esta diáspora venezolana.

Otro fenómeno: los pequeños negocios en diversos sectores, muchos no registrados como inversión extranjera, pues hacen parte de alianzas con empresarios colombianos.

LLEGARON EN TRES ETAPAS
La llegada de la inversión venezolana tiene tres periodos diferenciables. En los noventa se expandió, motivada por la apertura económica, que llevó a los grandes grupos a ampliar sus negocios y comprar empresas o abrir operaciones directas. En ese momento entraron algunas compañías de gran tamaño como Alimentos Polar –del poderoso grupo que en Venezuela abarca sectores desde cerveza, gaseosas y alimentos hasta aseo del hogar–, Plumrose, Venepal, Sivensa, Mavesa y Electricidad de Caracas. En esta época también llegaron entidades bancarias como Mercantil, Latino y Unión, entre otros.

La segunda etapa apareció durante la década de 2000, cuando comenzaron las amenazas a los capitales en Venezuela. Esta vez incluyó la fuerte presencia de venezolanos atraídos por los cambios en el negocio petrolero colombiano y grandes compañías de retail que buscaban expandir sus negocios. Empresas como Pacific Rubiales, Vetra y Alange, así como decenas de contratistas dominaron el negocio petrolero. También arribaron Farmatodo y Locatel, mientras que otros decidieron invertir capital, como pasó en Congrupo, una comercializadora que se convirtió en productora de alimentos procesados con el ingreso de capital venezolano.

Después de 2010 y ante la creciente incertidumbre económica, llegó otro grupo de inversionistas y compañías de todos los tamaños en busca de ampliar sus negocios y reducir riesgos. Se destacan inversiones como Drocosca, dueña de la productora de cosméticos Valmy; la corporación financiera Bancar, cuyos inversionistas han traído capitales por 400.000 dólares; Valor Alta, que en 2013 compró el 92 por ciento de la comisionista colombiana Asesorías e Inversiones. Junto a ellos han aparecido decenas de pequeños negocios en diversos sectores, muchos no registrados como inversión extranjera, pues hacen parte de alianzas con empresarios colombianos y están dinamizando la economía del país.

Publicado en www.semana.com

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.