ELIZABETH ARAUJO
Aquí nadie se está vendiendo a nadie. Es inapropiado calificar de traidores a quienes hasta ayer se tomaron la foto contigo enarbolando la consigna de la Unidad. María Corina Machado, mejor que nadie, sabe de los obstáculos por los que ha debido pasar la oposición tantas veces para ganar gobernaciones y alcaldías.
Escribo estas líneas con la suma delicadeza. No pretendo ofender ni descalificar a una venezolana valiente, ejemplar, inteligente y valiosa para el proceso de reconstrucción del país como es María Corina Machado. No es mi amiga personal, pero la siento tan cercana y mi admiración hacia ella se acrecienta cada vez que la he entrevistado y he asistido a sus actos, no solo desde los tiempos lejanos de Súmate, sino cuando emprendía una labor silenciosa y eficiente como era la atención de niñas huérfanas y abusadas. Algo que nunca llegó a cumplir Hugo Chávez con todo el poder y el dinero del mundo.
Pero hoy siento como si María Corina se precipitara al vacío al expresar su desacuerdo con la decisión de la MUD de participar en elecciones regionales que, a fin de cuentas, ignoramos si se van a realizar. Los argumentos empleados por María Corina para calificar como “traición” el hecho de que una parte importante de la oposición se incorpore a estos comicios de gobernadores, convocados, es verdad, por un CNE madurista y con todo el sesgo institucional y militar que ha demostrado hasta el cansancio, semejan tanto a las excusas que se emplearon para no votar en las elecciones legislativas de 2005, cuando le regalamos la Asamblea Nacional a un Hugo Chávez que se valió de ella de manera infame, que ni siquiera respetó a sus autoridades.
Doce años después de ese error, siento escalofrío al pensar que un sector de la oposición no haya asimilado la lección. Pienso que se amplían los espacios políticos participando en cuanto proceso electoral se invente la dictadura, en lugar de abstenerse, y argumentar que solo con la calle esta dictadura se vendrá abajo. María Corina lo sabe muy bien: el hecho de asumir el reto de postularse en estas elecciones no significa el fin de las manifestaciones de calle; y según como yo lo veo, tanto el espacio electoral como la calle son parte de una misma estrategia. Más claro que el agua.
Aquí nadie, amiga, se está vendiendo a nadie. Es inapropiado calificar de traidores a quienes hasta ayer se tomaron la foto contigo enarbolando la consigna de la Unidad. María Corina, mejor que nadie, sabe de los obstáculos por los que ha debido pasar la oposición tantas veces para ganar gobernaciones y alcaldías. Ella misma fue la diputada electa con la mayor votación en las pasadas elecciones legislativas, y fue ella en su condición de diputada valiente que denunció a Maduro en la OEA la que provocó la ira de ese sujeto llamado Diosdado Cabello, al punto de ordenar que la agredieran físicamente en el hemiciclo y la despojaran de manera inconstitucional de su inmunidad parlamentaria.
Tú, María Corina, mejor que nadie, sabes que con esta banda de narco-corruptos que nos gobierna, da igual que sea gobernador o alcalde o proteste pacíficamente en la calle. En todos los terrenos te van a buscar para cometer sus tropelías. Por eso es que se ha salido a la calle: para denunciar el totalitarismo de Maduro, para exigir elecciones y para que la comunidad internacional aísle a este ignorante dictador. Creer que solo la calle y más calle va a lograr que Nicolás Maduro y sus esbirros abandonen el país, es engañarse uno mismo y engañar el país. Hasta ahora van 123 asesinados en las protestas. ¿Con cuántos muertos podemos lograr que Maduro se vaya de Miraflores?
No quiero caer en habladurías, ni repetir chismes como un loro. Porque hay cie tos de argumentos que contradicen tu opinion. Yo también quiero seguir creyendo een el liderazgo que durante años he apoyado. Pero hay un silencio inexplicable, hay muchas incoherencias. No creo que sea tiempo para callar y esperar.
Merezco como es resto de los venezolanos respuestas, no mensajes encapsulados. Porque somos los venezolanos de a pie los que sufrimos las graves consecuencias de esta muerte lenta.