ELIZABETH ARAUJO/ @elizaraujo
Martín Brassesco dejó su carrera de actor en Venezuela para incursionar en una Barcelona donde le ha tocado ejercer oficios diversos y todo porque se niega a hacer de la interpretación su “plan B” para sobrevivir. Hombre de teatro, cine y televisión, su última participación en cine fue con The Traveler. Con Proyecto Joy su nueva creación pretende descubrir los secretos del alma: «como los actores que buceamos en las emociones más intensas del ser humano”
Los días de la niñez suelen servir también de campo de batalla para dirimir futuros combates con la realidad del adulto. De lector voraz de libros, inapropiados para su edad, a la precoz interpretación teatral y en telenovelas que le dieron a conocer como uno de los mejores actores del patio, Martín Brassesco aprendió lo suficiente como para dar el salto hacia un lugar donde nadie le esperaba y donde ha tratado de marcar su territorio.
Ahora en Barcelona, con 13 años de patear calles y subirse a las tablas, se aparece con el Proyecto Joy, una plataforma que intenta potenciar la capacidad reflexiva e inteligencia emocional de la gente. “Me apoyo en el pensamiento de filósofos, poetas y literatos para que echemos a andar o descubramos el potencial dormido”. Hace dos semanas el Proyecto Joy inició su camino por redes (Facebook fan page, Twitter e Instagram) y cada domingo es publicado un artículo (los post pueden verse en @martinbrassesco o con el hashtag #ProyectoJoy), para sembrar la idea de que, más allá de las promesas frívolas de felicidad permanente, la mente y el espíritu unidos son herramientas poderosas. Así lo explica Martín Brassesco, con el brillo en los ojos y el fervor que pone al hablar de sus proyectos que, en fin de cuenta, son los proyectos de su propia vida.
“En abril empezaremos a filmar, aquí en Barcelona, las cápsulas o «ventanas» como he querido llamarlas, manteniendo la idea de los posts pero en formato audiovisual y condensado en pocos minutos. Me apoya mi socio creativo, el director estadounidense Milo de Prieto y el equipo que hemos formado. Y como último paso de esa plataforma vendrá la edición de un libro que reunirá todas las reflexiones hechas en Proyecto Joy. Abarcaría tres de mis grandes inquietudes: lo audiovisual, la escritura y la reflexión”.
SALIR, LLEGAR, DA IGUAL
-Se fue de Venezuela sin un plan y debió ser mesonero, repartir avisos, trabajar en discotecas y hacer cientos de cosas para sobrevivir. Todo para no renunciar a su pasión por el teatro. ¿Qué le ofrece ese arte que le obliga a renunciar al modelaje o a papeles en telenovelas?
-En realidad yo cambié de país por amor, y eso ha ido muy bien. He aprendido, con el tiempo, que el amor, en cualquiera de sus formas, es una lección de humildad. Pero sí, efectivamente cuando llegué, hace 13 años, hice todo tipo de trabajos. Y todavía trabajo como profesor de idiomas, adaptador de obras, corrector de textos y asesor lingüístico para empresas. Creo que la interpretación debe combinarse con un «plan B», y preferiblemente fuera del medio, para no depender siempre de la aprobación de productores o un director o incluso una audiencia. Es muy duro para la autoestima.
-Hace un año en Barcelona incursionó por primera vez en cine y la producción con el cortometrajeThe Traveler, rodada en el hotel Brummell. ¿Hay en mente, además de Joy, otra propuesta de cine, teatro o TV?
-¡Si! Gracias por mencionar The Traveler ya que le tengo mucho cariño. En cuanto a lo nuevo, hace dos meses terminé de escribir una obra de teatro, Cuadrante, para cuatro actores y que habla sobre nuestros prejuicios morales y sexuales. Es lo que se llama «teatro de texto», pero me encantaría que su puesta en escena estuviera apoyada en teatro físico, danza contemporánea y algo de canto y música. Requiere un importante proceso de ensayos.
-Se dice que quienes hacen teatro o asumen una disciplina artística requieren una actitud más reflexiva, de asomarse al interior del arte mismo para ofrecer nuevas propuestas…
-Creo que eso sería lo ideal, ya que el trabajo del actor requiere una cierta profundización, una exploración, una avidez descubrir uno de los «secretos del alma». Los actores buceamos en las emociones más intensas del ser humano, por así decirlo. Y por supuesto que deberíamos aprender a reflexionar y observar con más atención. El problema es, posteriormente, a ese aprendizaje encontrar un buen guión, una buena obra, un texto que, independientemente de ser drama o comedia, nos permita expresar algo de aquel proceso. Porque si yo me interno en reflexiones y talleres profesionales y aventuras de autoconocimiento y después voy a hacer una obra que se llame, no sé, por decir un nombre inventado con el que siempre bromeo, «Sóbame la peluca», creo que hay algo que se pierde al final del proceso. Pero allí también entra la consideración del que el actor es un ser laboral que muchas veces debe hacer cosas con las que no está en sintonía. Como cualquier trabajador del mundo, debe sobrevivir. Así que esa discusión es larga.
EL TEATRO ERES TÚ
Por ahora, Martín Brassesco se limita a trabajar sin dejar de observar el rápido movimiento de este siglo. De modo que no les son ajenas las nuevas apuestas digitales incorporadas a las artes escénicas, lo que ha llevado a algunos a preguntarse qué representa en este tiempo el teatro.
“El teatro siempre es el público, desde los griegos, desde el Siglo de Oro español. Sin el público el teatro no existe. De algo estoy seguro: las audiencias no son tontas. Se dan cuenta inmediatamente cuándo algo está hecho desde la pasión y cuándo no”.
SEGUIR LAS HUELLAS
Brassesco no es un apellido extraño para los periodistas venezolanos que gozaron el esplendor del oficio desde los 80 hasta los inicios de este siglo. Su padre, Esteban Brassesco, huyó de la dictadura que en Uruguay creció también como mala hierba en Chile, Paraguay y Argentina. A la Venezuela democrática (con casos de corrupción) fueron a dar los perseguidos de esos regímenes militares sanguinarios. Para vivir, el maestro montevideano Esteban Brassesco se apareció con una maleta llena de libros en las salas de redacción de los diarios caraqueños e inventó sin saberlo la librería itinerante. Un día ponía los libros y revistas sobre un escritorio de El Nacional y al siguiente en El Universal o Ultimas Noticias. No sería exagerado afirmar que fue de ese modo como no pocos periodistas recién salidos de la universidad comprobaron la certeza de la frase de Miguel Otero Silva: si quieres ser buen periodista, antes tienes que ser buen lector.
Los hijos de Esteban devinieron en periodistas o artistas. Martín desde temprana edad se subió a las tablas, de las que no se ha bajado. Dice que su vida dio un giro al llegar a Barcelona. Hace poco viajó a Miami y quedó deslumbrado con la vitrina cultural de un lugar que intelectualmente ha sido visto como una ciudad de plástico. ¿Qué tiene en ese aspecto Miami que no tenga Barcelona o Madrid?
“Creo que Miami es una ciudad que actualmente cuenta con un capital humano impresionante de muchas partes del mundo. Al ser el producto de exilios de distinta índole, le cuesta asumir o entender sus prioridades, y es normal. A mí me pasó aquí hace años como individuo. ¿Qué hago? ¿Sobrevivo o me entrego a la creación?. O, ¿cómo combino las dos?. Miami parece tener un potencial enorme en el plano artístico y eso se ve en Wynwood, en la feria Art Bassel, en el tipo de personas que están emigrando en los últimos años que es muy diferente del que llegaba hace años en cuanto a especialidades profesionales. Los artistas plásticos, fotógrafos, cineastas, etc., ahora llegan a Miami y parecen sentir que pueden hacer algo interesante allí. Y, por otro lado, está la poderosa industria de la telenovela y las series de TV que han mejorado mucho en los últimos años, en parte gracias al aporte que han hecho los venezolanos que han ido llegando a Miami, dejando atrás un país devastado por una falsa revolución”.
MADURO, TRUMP Y LA POLÍTICA
Brassesco admite que tampoco él se abstrae de lo que ocurre en Venezuela y de cómo le afecta a él y a sus amigos la situación política. Le afecta porque se hace cada vez más difícil plantearse pasar temporadas en Caracas trabajando, como hacía cada cierto tiempo hasta hace poco, debido a la inseguridad, la inflación, la escasez, etc.
“El gobierno, con respecto a eso, parece seguir el ejemplo de aquellas tres figuritas que se tapaban una los ojos, otra las orejas y otra la boca. Pretenden convencernos de que si las cosas no se nombran, no existen. Y ojala fuera así de «filosófico» el asunto. El problema es que con esa postura, más la represión, se quedan muchas vidas en el camino. Además, el artista es indisoluble del ser humano y del ser cívico, y cuando el «yo social» es rebajado sistemáticamente en su dignidad, el artista se resiente; puede ser que reaccione creando, pero no nos engañemos, cuando el asedio es tan grande y durante tantos años, el alma del artista se resiente. La crisis política de Venezuela ha llegado al punto de adquirir enormes resonancias humanitarias, morales y socioculturales. Y todas negativas”.
-Y ahora llega Trump anunciando tiempos oscuros para los defensores de las minorías y la diversidad sexual y otras libertades políticas.
-Mira, no soy quien para aconsejarles a los ciudadanos de un país lo que deberían hacer. No cabe duda de que Trump es un animal mediático y se alimenta de nuestra atención. Es un claro ejemplo del doble filo de las redes sociales, porque son herramientas maravillosas de comunicación y de negocios, pero también, en manos de gente con poder como Trump, son muy delicadas. Sin embargo, conviene recordar que algunos de los mayores florecimientos de reivindicaciones sociales, movimientos en pro de derechos ciudadanos, artísticos y creativos de muchos países se han dado en períodos marcados por lo autocrático, lo dictatorial o lo represivo. En la época del Maccarthismo, por ejemplo, en el propio Estados Unidos, en plena «cacería de brujas», surgieron o brillaron voces literarias y artísticas muy poderosas. La cultura, en cierta forma, hasta la que parece más burguesa, es hermana de la subversión.