MILAGROS MATA GIL –

I.

Una dama de hondas raíces andinas la llamó Pedro Cunill Grau en el prólogo de Caminos y fogones de una familia merideña, un libro sui generis y emblemático que mezcla biografía, autobiografía e historia con el olor a clavo de especias y orégano. Y bajo esta impresión abordo al personaje elusivo que es ella, Julieta Salas de Carbonell. Juli Carbonell en Facebookland. En mi larga trayectoria como entrevistadora, nunca me había costado tanto apreciar lo suficiente a un entrevistado. Y esto, por la diversidad, riqueza y complejidad de Julieta y de sus historias.

Ella es una mujer pequeñita, de ojos achinados y mirada penetrante. Cabello platinado, buen corte, rubicundo semblante y una sonrisa intensa que implica la alegría de vivir, pero también la visión irónica del mundo. Andina, sí. Tradicionalista por linaje y transmisión cultural, sí. Y ahora, a los 81 años bien vividos, ella se decanta por una vigorosa irreverencia, una especial sabiduría que involucra lo aborigen y las veinticuatro generaciones de agricultores que la nutren. Socarronería, dicen que se llama esa actitud.

Julieta Salas de Carbonell: una dama de hondas raíces andinasII.

Lo primero que hace al iniciar esta conversación es recordarme el “parentesco” entre nosotras: es decir, el gusto por el huerto y las plantas y los perros y los gatos. Pancho Villa, uno de sus perros, y Matilda, mi gata, han venido protagonizando unos amores imposibles por distancia y categoría. Además de que sus temperamentos harían muy difícil la convivencia. Aun así, no dejan de compartirse noticias por las redes sociales. Le recuerdo a Julieta que hace años, habiendo yo mencionado la presencia de una culebra en mi casa de Barquisimeto, ella me recomendó que no la matara sin más, que le mirara los ojos para ver si era o no venenosa. Y la risa que eso me produjo: yo, machete en mano, buscando la mirada de la serpiente para decidir su suerte.

Julieta ama la vida y las ciencias de la vida, que son todas. Por eso intentó estudiar Biología y por eso apoya, junto con su familia, el Premio Luis Carbonell, que se otorga, a través de la Academia de las Ciencias, a esos proyectos que son reservorios de vitalidad. Este año le tocó al Museo del Mar. Y por eso su casa, “La Hechicera”, es un gran huerto-jardín donde encuentran hogar, refugio y alivio las criaturas más disímiles: desde lagartijas desdeñadas a palomas heridas. Y hasta fantasmas perdidos, según dicen las consejas.

Julieta Salas de CarbonellIII.

A pesar de su reconcentrado andinismo, Julieta Salas nació en Caracas, adonde su familia fue aventada por otra de las grandes tragedias que han golpeado a su estirpe. En efecto, su tío materno, Carlos Salas Ruiz, de apenas 17 años, fue asesinado a las puertas de su casa por cuestión de celos. El asesinato quedaría impune debido a los vínculos del asesino con el gomecismo. Era el año de 1914. En ese entonces, sus abuelos, Julio César Salas, el pionero de los estudios sociológicos y antropológicos en Venezuela, y María Ruiz de Salas, tomaron la decisión de mudarse a la capital, adonde llegaron luego de una dramática travesía. Se instalaron en Los Chorros y allí la familia creció y se expandió dentro de los estrictos límites de la tradición. Su madre fue Olivia Salas Ruiz. Su padre, Federico Salas Berti (¿primos? Le pregunto, y, sí, eran muy frecuentes los matrimonios entre primos, para mantener los valores y tradiciones. Y por aquello de que los iguales se juntan para sobrevivir: También mi esposo era mi primo, Luis Carbonell Salas). Ella cuenta:

Yo tuve una infancia muy feliz, en contacto con la naturaleza. Pero también muy protegida. Estudié en el Instituto Politécnico Educacional, que dirigía Luisa Elena Vegas, y tuve profesores excelentes que, perseguidos por la dictadura de Pérez Jiménez, eran acogidos allí. Gente como Oscar Sambrano Urdaneta y María Teresa Rojas fueron mis maestros … y fui compañera de Victoria De Stéfano. De allí, pasé a estudiar el bachillerato en Estados Unidos, lo cual me permitió aprehender otras visiones del mundo.

Se casó a los 19 años (ella nació el 19 de abril de 1939) así que se lo hizo prácticamente cuando nacía la Democracia por estos lares. Sus simpatías políticas se inclinaron hacia la social democracia: mis padres eran adecos, yo soy adeca, este es un partido que ha aportado mucho a este país. Seguramente se cometieron errores, pero también hubo grandes aportes. Por eso me indigna y me duele que haya acciones como las de Bernabé Gutiérrez. Yo a él lo conocí hace tiempo y siempre me dio esa impresión de que no era confiable.

Julieta Salas de Carbonell: una dama de hondas raíces andinasIV.

Julieta ha estado toda su vida en el centro de importantes acontecimientos históricos en el país. Por linaje (cuando yo voy al Parque de los Escritores, en Mérida, siento que todos ellos como que me observan y son mis parientes: los Parra, los Salas, los Febres Cordero, los Picón, los Berti) Aunque también por protagonismo. Sus padres contribuyeron activamente en el proceso de resistencia a Pérez Jiménez (Mi madre, Olivia Salas, estuvo detenida en el Cuartel Las Monjas, en 1957).

Su esposo, el científico Luis Carbonell, creador del INTEVEP, defensor del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), no sólo tuvo una importantísima presencia en el desarrollo de la Ciencia sino que conoció de cerca y actuó intensamente en el desarrollo e implantación de la Democracia en un país que traía históricamente la profunda huella del caudillismo militar (Esto costó tanto, se lamenta Juli). Y tiene numerosas anécdotas sobre viajes, maletas con armas, hombres como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jaime Lusinchi, Carlos Andrés Pérez. Ella y su esposo participaron a la par en todo eso, pero, acota, yo era como La Mujer Invisible de la que habla Jorge Edwards, Y lo dice sin amarguras.

V.

Francisco Xavier Pérez dice: ella es una escritora que comenzó su trayecto a los setenta años. En 2009, publicó su primer libro, Caminos y fogones de una familia merideña, en una cuidadísima edición de la Fundación Polar. Es una inédita compilación de crónicas históricas que abarcan no solamente el transcurso del siglo, sino las densas raíces de las familias merideñas, sus raigambres corsas.

Hay también relatos de viajes por los paisajes exteriores e interiores de la geografía andina: montañas y ríos tempestuosos. Y hay una detallada y exquisita muestra de las recetas de cocidos, pastelitos, pasteles, dulces y bebidas que acompañaron a aquellas familias sedentarias por su esencia agricultora, pero forzadas al nomadismo y al exilio por causa de las luchas y persecuciones políticas. Hay que destacar en este libro lo que la autora destaca: la cooperación de aquella magnífica dama de la antropología cultural, Yolanda Salas, su prima y mi amiga. Así como de Milagros Socorro, Adriana Gómez Arbeláez y de Pedro Cunill Grau.

-¿Por qué demoraste tanto en publicar?

Yo siempre supe que tenía esa deuda con mi familia, pero también me atemorizaba no estar a la altura del legado familiar. Me gusta mucho la Historia, la explicación de por qué un país es como es, pero también me gusta analizar cómo se resuelve el “gran acontecimiento” en las vidas de las comunidades, la familia, el hombre común. Así que se me ocurrió este relato. Y, además, me ayudó mucho el haber participado en el Taller Periodismo y Memoria, que dirigió la conocida escritora Milagros Socorro, y auspició la Fundación Polar. Este Taller se fue realizando entre 2001 y 2009, y yo participé en los últimos dos años. Ahora, le cogí el tranquillo a la escritura. Estuve escribiendo una novela, pero se me han atravesado esos temas que sobre todo tratan de esa región mágica que tanto me atrae: el Sur, Guayana, el Orinoco. Además, yo escribí antes dos libros de cuentos para niños, “Gardie, un perrito con alma de mono” y “Fiesta de graduación”, cuya circulación se limitó al entorno familiar, en ambos casos.

Julieta Salas de Carbonell: una dama de hondas raíces andinasSu segundo libro publicado fue El misterio de las fuentes (Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, 2012), en el cual, con los recuerdos de su esposo Luis Manuel Carbonell, personaje de los hechos, cotejados con lo aparecido en la prensa de la época y referencias bibliográficas y de Internet, ella reconstruyó la epopeya de una meta que se trató de alcanzar desde la época colonial venezolana y sólo pudo serlo en 1951: la ubicación de las fuentes del río Orinoco.

Vívido sur, su tercer libro (2017) concentra, dice una reseña de Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo, diversas y distintas narraciones de épocas, lugares y protagonistas diferentes, en algunos casos lo es la propia autora, conectados en torno a un elusivo sur venezolano que lo mismo es Amazonas, Bolívar, Apure, el Delta o la lejana Europa, de donde llegaron algunos de los personajes que desfilan por sus 183 páginas.

Para escribir usa varias técnicas de indagación, aunque se fundamenta más bien en las voces narrativas de aquellos que, mediante entrevistas, consultas o comunicaciones por teléfono, mensajes de texto o correos electrónicos, le van dando forma a lo que ella ha imaginado o ha encontrado en el inmenso reservorio de eventos que despiertan su interés (yo sólo soy una cuentacuentos, dice, pero no es así)

VI.

-Todo esto costó tanto trabajo (repite) para que vinieran a tratar de destruirlo esos coños de madre. Pero te digo algo: si mi familia pudo sobrevivir en la Guerra de Independencia, que fue terrible. Por ejemplo, los bisabuelos de Luis fueron Campo Elías y Martina, una historia de tragedias. Que dejó familias arruinadas, la mayoría de los hombres, muertos. Que dejó una estela de hambre y desnutrición, campos devastados. Bueno, si entonces Venezuela pudo sobrevivir y volvió a ser un país con la ayuda de los propios venezolanos, lo lograremos de nuevo. Aquí en “La Hechicera” yo me siento a comer con los trabajadores en la cocina y escucho sus voces. Desde aquí veo, además, la multitud de indigentes, gente que va de puerta en puerta, y pienso, y sé, que en algún momento esto va a estallar porque ya no se aguante más.

Milagros Mata Gil, narradora y periodista venezolana. Reside en El Tigre (Anzoátegui).

 

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