FERNANDO PEÑALVER –

Chile vive con mucha intensidad los tiempos “post Apruebo” y el mundo político trata de moverse al paso que marca la vertiginosa dinámica de los complicados tiempos que corren.

Corrupción por acción u omisión, divorcio con la ciudadanía, posiciones contrapuestas, cuando no una elefantiásica soberbia, podrían ser las causas por las cuales los votantes se han distanciado, cuando no convertido en ácidos críticos, de las agrupaciones políticas en Chile.

Según el Servicio Electoral de Chile, los partidos políticos “son asociaciones autónomas y voluntarias organizadas democráticamente, dotadas de personalidad jurídica, integradas por personas naturales que comparten unos mismos principios ideológicos y políticos, cuya finalidad es contribuir al funcionamiento del sistema democrático y ejercer influencia en la conducción del Estado, para alcanzar el bien común y servir al interés nacional. En la actualidad existen veintitrés colectividades políticas inscritas en el Registro de Partidos Políticos, diez en dieciséis regiones del país y el resto, sólo en algunas de ellas”.

Más allá de lo que tradicional (¿o anacrónicamente?) conocemos como “izquierda” o “derecha”, tres son los bloques que agrupan a esa veintena de asociaciones para reconquistar el favor de la ciudadanía y ascender al poder.

OFICIALISMO SE REINVENTA

La coalición Chile Vamos llevó al empresario Sebastián Piñera a la presidencia por segunda vez en 2017 y está compuesta por agrupaciones que van, desde añorantes partidarios de la figura del dictador Augusto Pinochet, hasta sectores que intentan colocarse más hacia el centro político, donde coexiste la mayoría del padrón electoral.

Los partidos que componen la coalición oficialista son Renovación Nacional (RN), Unión Demócrata Independiente (UDI), Evolución Política (Evópoli) y el Partido Regionalista Independiente (PRI).

Turbulentos momentos ha atravesado la estructura de Chile Vamos, en particular en el Congreso, ya que algunos parlamentarios han votado en contra de las posiciones de La Moneda en materias altamente sensibles, como el retiro del 10% de los fondos previsionales por parte de los afiliados o las acusaciones constitucionales contra funcionarios claves de la administración Piñera.

De hecho, en el pasado Plebiscito Constitucional se dio el caso de que gran parte de Renovación Nacional respaldaba el Apruebo y el resto, el Rechazo. Desde RN comentaron que era una prueba más de la “pluralidad” con la cual se practica la política en esa organización.

Otro de los factores de la política local que se ubica en posiciones conservadoras es el Partido Republicano, cuyo líder es José Antonio Kast. Antiguo militante UDI, Kast se desvinculó de Chile Vamos y ha sido un ácido crítico de la coalición, si bien hoy día negocia incorporarse a la misma, con la reticencia de los partidos fundadores.

OPOSICIÓN FRACTURADA

Encarnando a los partidos del llamado “espectro de la centro izquierda”, encontramos a los que fueron parte de lo que se llamó la Nueva Mayoría, herederos directos de la Concertación chilena, y que en 2013 se benefició de la portentosa candidatura de Michelle Bachelet para llegar a los más altos cargos del Estado.

El Partido Socialista, el Radical, el Demócrata Cristiano, el Partido por la Democracia, Izquierda Ciudadana, Mas Regiones y el Partido Comunista constituyeron esa organización, si bien hoy el PC se distanció y se muestra reacio a “tomarse la foto” de la unidad tras la aplastante victoria del Apruebo el pasado 25 de octubre.

Con los partidos originales reagrupándose, este conglomerado opositor le ha dado no pocos dolores de cabeza a la administración Piñera, quien prácticamente rogó a los congresistas para que no prosperase la acusación constitucional contra el ministro de Interior y Seguridad Pública, Víctor Pérez, considerado el hombre duro del gobierno. Éste renunció el mismo día que se aprobó dicha acusación.

Cuestionados por la ciudadanía, pero definitivamente afirmados en eso que llamamos la política real, la exNueva Mayoría fue clave en el “acuerdo parlamentario” de noviembre de 2019 y será un actor de mucho peso en la definición del Chile de los próximos 30 años.

DESHOJANDO LA MARGARITA

El tercer y último bloque con peso político y parlamentario es el más joven, irreverente pero en ocasiones errático, Frente Amplio (FA), que está constituido por los partidos Revolución Democrática, Convergencia Social, Comunes, Partido Liberal, Unir y Fuerza Común.

También formaron parte del mismo bloque, el Partido Humanista, Partido Pirata, Ecologista Verde, Izquierda Autónoma e Izquierda Libertaria. Estas agrupaciones se retiraron tras la firma del acuerdo constitucional de noviembre de 2019, ya que consideraron una “traición” a la gente que se había pronunciado en contra de los abusos de la clase política, en el llamado Estallido Social.

De la mano de la periodista Beatriz Sánchez, el FA llegó a captar el 20% del electorado en las pasadas elecciones presidenciales y su bancada mantiene una relación de amor–repulsión con el resto de la “Izquierda de la Concertación”, con quien necesariamente han de votar para torcerle el brazo al gobierno de Piñera.

Fernando Peñalver, periodista venezolano residente en Chile.

Publicado originalmente en e-global.pt (en portugués)


 

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